Ultimo fin de semana en México y lo aprovecho de la mejor manera posible, viaje al Iztaccihuatl, una montaña que representa mil y una cosas, en esta ocasion era recordar la tragedia de hace 40 años, cuando once compañeros caicos perdieron la vida en esa montaña, una tragedia que marco al CAIC, pero que no lo debilito, al contrario lo fortalecio, dejo una gran enseñanza en todos.
No puedo describir todas las emociones sentidas esta vez, fue el regreso a la montaña despues de una larga temporada sin ir, pero a la vez fue una despedida, un hasta luego. Aunque esta vez no llege a la punta fisica, para mi el simple hecho de ir fue llegar a una punta, el compartir con amigos, que más que amigos son parte de una familia, mi familia. El estar en contacto otra vez con la inmensidad de la montaña y sentirme pequeño a su lado, intentando recorrerla, me recarge las pilas en un 110% ver los atardeceres que nos ofrecio, compartir la felicidad de los que si llegaron a la cumbre, que fue su primera vez, verles las caras de cansacio llenas de satisfaccion por cumplir su sueño, por haber caminado un largo trayecto para poder conquistar un sueño, gracias por recordarme que el espiritu y las ganas de hacer algo pueden más que el cansancio.
Este fue un Izta lleno de sentimientos, recorrimos una ruta nueva para nosotros, la de los pies, ruta en la cual perdieron la vida los once hace cuarenta años, fue sentir su presencia entre nosotros, al igual que hace cuarenta años solo un pequeño grupo logro llegar a la cumbre.
Gracias a todos los que han dejado su huella en el CAIC.
Gracias a todos los que han compartido conmigo esas experiencias.
Gracias a ti, por haber estado.
Gracias CAIC.
Gracias.
"... No Murieron, Llegaron a la Cumbre"
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